¿Qué es la política?
El otro día vi este meme:
Y hoy acabo de terminar
de leer Ética para Celia, un libro de Ana de Miguel (filósofa feminista)
que me parece haber sabido de él en un podcast de Migala en el que invitaron a unas
chicas feministas a tomar el micrófono.
El libro parte de
la premisa de que existe una doble verdad en la ontología y la ética
respecto a lo que es bueno para hombre y para mujeres; es decir, existen
maneras establecidas de vivir una buena vida que son aptas para hombres pero
que son malas para las mujeres, y viceversa. Existe lo que es la ética del ser
humano, que en su mayoría ha sido escrita por hombres, y existe la ética de la
mujer. Lo cual es una tontería que excluye a la mujer de la terminología de la
humanidad y la relega a un plano distinto. El libro contiene grandes criticas
al androcentrismo y a todos esos filósofos “ilustrados” que supieron cuestionar
todos los aspectos de la realidad, menos el del patriarcado. Hay criticas desde
los mitos fundacionales de las sociedades patriarcales, como el griego y el
cristiano, y en especial a todos esos intelectuales que nunca pusieron entre
signos de interrogación su situación de privilegio autoimpuesta por sus
antepasados. Pero bueno, ella lo explica mucho mejor en su libro y ahí
desarrolla grandes puntos.
Ya hablando del
meme, creo que últimamente hemos visto muchas posturas que avalan la
neutralidad en la política como algo deseable y a lo que tenemos que aspirar. Una
vez escuché a Roberto Martínez decir que, en un mundo polarizado, la
neutralidad es un acto de rebeldía. Ok. Si lo que quería decir es que
peleando con señores en internet no íbamos a llegar a ningún lado, supongo que
estoy de acuerdo con lo que dice. Pero a veces la neutralidad puede degenerar
en pasividad. La palabra política está manchada en nuestro sentir
colectivo, tiene una playera de la selección mexicana y un six de Carta Blanca
en la mano. Hay muchas razones para ello, hay todo un siglo de construcción de
una nación llena de sangre, engaños y corrupción que sostienen nuestra
concepción de la política en México. Y creo que es momento de cambiarlo. Ética
para Celia contiene en su epilogo una reflexión final sobre la política,
porque como dice, al final todo nos lleva a ella. El objetivo de hoy no es que
me leas a mí, sino a ella.
“…
A esta comunidad política es a la que estamos
tratando de incorporarnos las mujeres como buenamente podemos, poniéndole
muchos parches y mucha alegría, porque el mundo que diseñaron los hombres tiene
universidades, teatros, bares y bibliotecas, leyes, parlamentos y coches que nos
gusta conducir. Pero ha llegado un momento en el que esta sociedad no puede
remendarse ni parcharse más: no podemos seguir tratando de incluirnos en una
esfera, la de lo público, que depende a su vez de que las mujeres seamos su
condición de posibilidad material, simbólica y afectiva. El planeta, la casa
común, está ardiendo y la llama de los hogares se está apagando. Las mujeres no
vamos a seguir siendo las guardianas del hogar, aunque quisiéramos ya no nos
daría la fuerza para apagar tanto fuego.
La incorporación de las mujeres a lo publico lo tiene que
mover todo necesariamente, y a los hombres, los primeros. Y, con ello, a muchas
de nuestras instituciones.
Que nuestro mundo necesita un cambio de rumbo, nadie con
cabeza y corazón lo niega. Es necesario pensar mucho y bien este cambio, y
tenemos que hacerlo, por primera vez en la historia, mujeres y hombres juntos. Podemos
darle la épica necesaria y llamarlo ‘acontecimiento’: el acontecimiento marcado
por una humanidad consciente y reflexiva se une en un nuevo proceso constituyente.
En esta Asamblea Constituyente tiene que escucharse la voz de
las mujeres, nuestra autoconciencia expresada en conceptos, valores y fines de
la vida. Y no será la voz de la ‘feminidad’, una de las máscaras de nuestra
opresión, será la voz de nuestra humanidad, una voz forjada por nuestra
experiencia como mujeres en un mundo de hombres. Será una voz que, unida a las
otras voces, ponga tanto esfuerzo en el fin como en los medios. Será una
sociedad centrada en ofrecer seguridad a todos sus miembros, seguridad material
y reconocimiento, y desde ahí cada persona podrá desarrollar su individualidad,
su propia vida.
La ética, como hemos visto largo y tendido, nos llama a
ponernos límites. La política trata del ‘ponernos límites juntos’. La política
tiene que tratar de los limites que acordamos establecer entre todas y todos
para evitar que unos consigan poner a otros al servicio de su proyecto de vida,
y para vivir el nuestro sin miedo a que de repente todo se vaya al diablo. La política
trata del ‘estar juntos para algo’, como mínimo para que nadie someta y abuse
de nadie, ni en lo público ni en lo privado, ni en el patio del colegio ni en
las relaciones internacionales.
…
La política tiene como finalidad organizar nuestros trabajos y
nuestras actividades, nuestras relaciones y nuestros sueños, pero tendrá que
hacerlo sin tolerar más abusos. La función
de las leyes y el Estado es poner límites a las condiciones que rodean eso que
luego se llama ‘el consentimiento’. Desde una gran desigualdad es muy fácil extraer
consentimiento de cualquiera, en el espacio de lo privado y en el espacio de lo
público. Es posible pensar nuestra sociedad como un conjunto de instituciones. Existen
instituciones en las que se aprende e interioriza la prepotencia, el sentimiento
de que nuestros deseos son lo primero y lo único, o, peor aún, que nuestros
deseos son derechos. Estas instituciones pueden ser abolidas, sustituidas por aquellas
en las que se aprende e interioriza que el ser humano es un fin en sí mismo. No
solo tú eres un fin, lo son todas y cada una de las personas de este mundo, como
escribió Kant, aquel filósofo de la Ilustración. No tratar a los demás como
medios es una decisión que surge de tu posición moral individual; poner fin a
instituciones como la prostitución, el trabajo precario y la jornada interminable,
que se basan en convertir a las personas en medios para proporcionar placer a
otros, es una cuestión que tenemos que llevar a cabo juntas, mediante la
política y el Estado.”
Ana de Miguel.
(2021). Ética para Celia. España: Penguin Random House.

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